Tener y no tener. Cuando la leyenda detrás de las cámaras engrandece una película.

-Sabes silbar, ¿no?… si me necesitas, silba.

Ernest Hemminguey tuvo una curiosa relación con el cine. En una ocasión, estaba en Madrid a punto de salir a ver una corrida de toros pero a causa de una repentina tormenta prefirió pasar la tarde en el bar del Ritz, el hotel donde se hospedaba. Allí escribiría la novela corta “The killer” que Robert Siodmak adaptaría al cine con el nombre de “Forajidos”. En otra ocasión, su amigo el cineasta Howard Hawks y él estaban pescando juntos, actividad que ambos adoraban, cuando el director  se apostó con el autor que sería capaz de hacer una buena película de su peor historia, así nació “Tener y no tener” (1944).

Un clásico, por supuesto, pero por desgracia “menor” dentro del currículum de su cineasta y su protagonista, Humphrey Bogart, pues a pesar de la enorme lista de talentos tanto delante como detrás de la cámara no deja de ser una película flojita. Para Hawks supuso la primera oportunidad para trabajar con Bogart mientras que el propio cineasta fue quien decidió que se emplease a una modelo desconocida para interpretar el interés amoroso del protagonista. De esta forma llegó Lauren Bacall al proyecto y nació su legendaria vinculación con el actor. Ningún otro romance en Hollywood –ni siquiera el affaire entre Spencer Tracy y Katherine Herburn- ha sido tan idealizado como el de ellos dos.  El resto, como se suele decir, es historia.

Como dijimos al comienzo, la idea surge de una novela que Hemminguey escribió en 1937 pero a Hawks no le terminaba de convencer y llamó a William Faulkner para que la reescribiera, pero era la época de “Casablanca” y el futuro Pulitzer no hizo otra cosa que reelaborar una versión poco lucida del clásico film. De hecho, compartían muchos elementos en común: un escenario exótico en el contexto de la Segunda Guerra Mundial (Martinica en lugar de Cuba, el lugar donde se desarrollaba la novela), un mercenario como protagonista cuya neutralidad cambia a medida que evoluciona la trama, personajes alineados contra la Alemania nazi y la presencia de un bar con un piano. La verdad es que la adaptación está tan alejada del original que resulta extrañísimo que el nombre de Hemminguey apareciese en pantalla en letras tan grandes.

Harry Morgan (Bogart) es un taciturno expatriado que se gana la vida en la ciudad de Fort de Francia, en Martinica, gracias a las expediciones de pesca que organiza para los turistas; un negocio que comparte con su socio alcoholizado, Eddie (Walter Brennan). Un día aparece Marie Browning (Bacall), una joven sin dinero recién llegada a la isla y cuando intenta robar la cartera a uno de los acaudalados clientes de Harry, éste la atrapa para descubrir que su cliente planeaba estafarle.  Sin embargo, la trama principal de la película no ésta sino la de un matrimonio, miembros de la resistencia francesa, que buscan la forma de escapar de Martinica con un capitán de la Gestapo pisándoles los talones.  Eso no quita que la leyenda sobre Bacall y Bogart hiciese destacar en el imaginario colectivo la delgada trama marginal, por ejemplo, con anécdotas como la siguiente. Mary y Harry nunca se llaman entre ellos por sus nombres de pila sino con los apodos de Slim y Steve que eran como se llamaban cariñosamente Howard Hawks y su esposa. Eso hizo que se reescribiera el personaje de Bacall en el guión, dándole más páginas del libretto a expensas de Dolores Moran (el personaje de la resistencia francesa que pretendía huir), cuya actriz echaba humo por haber visto recortado su presencia en la película.

P0r supuesto no todo es malo en “Tener y no tener”: la planificación del director es asombrosa que es capaz de jugar con el fuera de campo o llenar de personajes el encuadre de forma magistral, aunque lo mejor sean dos de sus actores secundarios: el compositor Hoagy Carmaichael interpreta al pianista Cricket que se lanza a cantar en varias ocasiones (dos de ellas acompañado de Bacall) y por supuesto el veterano Walter Brennan, ganador de tres Oscars como el borracho de buen corazón.

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